Anderson, Poul - La espada rota (doc).doc

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Poul Anderson - La espada rota

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Colección dirigida por

Javier Martín Lalanda

Diseño y cubierta de

Blanca Ortega


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Introducción, traducción y glosario:

Javier Martín Lalanda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

Título original:

The Broken Sword, Abelard-Schuman, 1954,

para la primera versión;

Ballantine Books, 1971,

para la presente edición revisada

 

 

 

 

 

 

 

© Del texto: Poul Anderson, 1971

Published by agreement with Scott Meredith Literary Agency,

Inc., 845 Third Avenue, New York, N. Y. 10022

© De la introducción y traducción: Javier Martín Lalanda

© De esta edición: Grupo Anaya, S. A., Madrid, 1992

Telémaco, 43. 28027 Madrid

 

 

1.a edición, octubre 1992

 

 

ISBN: 84-207-4827-7

Depósito legal: M. 30.855/1992

Compuesto en Puntographic, S. A. L.

Sol Naciente, 31. 28027 Madrid

Impreso en GRAFUR, S. A.

Ctra. Paracuellos de Jarama a Belvis, Km. 0,3

Polígono Industrial Igarsa

28860 Paracuellos de Jarama (Madrid)

Impreso en España-Printed in Spain

 

 

Edición Digital: Scalm, Agosto 2003

scalm2000@yahoo.com.ar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 534-bis

del Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación

de libertad quienes reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria,

artística o científica fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización.


 

 

 

 

 

 

 

 

La dedicatoria de la primera edición de esta obra

fue para mi madre

 

ASTRID ANDERSON

 

lo mismo que esta, sólo que ahora ha de ser compartida

(duplicando de tal modo mi satisfacción)

con mi hija, quien lleva su mismo nombre.


 

 

 

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

De espadas y aventureros:

la fantasía de Poul Anderson

 

 

 

 

Hay espadas que empuña el entusiasmo

y jinetes de luz en la hora oscura.

 

Julio Martinez Mesanza, Europa

 

 

A la hora de presentar al autor que inaugura esta nueva colección de literatura fantástica, Poul Anderson, con su obra La espada rota, antes que nada habrá que decir que tal elección no es debida al azar, sino a un deseo editorial consciente que responde a la necesidad, profundamente sentida, de presentar al público de lengua castellana las mejores obras, y más injustamente olvidadas, de los autores más destacados de ese amplísimo campo que es la literatura fantástica, sin distinción de géneros ni subgéneros, que han influido notablemente en posteriores obras de autores más recientes.

La espada rota y otra excelente novela de Anderson, La saga de Hrolr Kraki, que también forma parte de los primeros títulos de la colección Ultima Thule, rondaban por mi mente durante los últimos años, insinuándoseme con insistencia a la espera de verse editadas, como si tuviesen vida propia. Y ambas me dejaban oír una y otra vez el estruendo del combate y el clamor de las espadas que se encierra entre sus páginas, y que quienes tengan la gentileza de leer estas líneas de presentación no tardarán en descubrir.

La espada rota, que pertenece al género conocido como «fantasía heroica», resulta ser, en una primera aproximación, algo así como una mezcla, explosiva, sin dudarlo, y a partes iguales, entre el Rober E. Howard más salvaje y sombrío, y el J. R. R. Tolkien más élfico que uno se pueda imaginar, ya que narra la historia de Skafloc, el Ahijado de los Elfos, en el marco histórico de las invasiones vikingas de la Inglaterra del siglo IX.

Pero aún hay más, ya que el trasfondo mítico-simbólico de la obra va a entrelazar, de manera sorprendente, motivos de la mitología, irlandesa con otros del mundo nórdico, para proyectarlos sobre un fondo fantástico y muy querido por todos nosotros, estoy seguro, que es el Mundo de las Hadas —o de Faerie, como lo llama su autor—, de suerte que, en más de un momento, trolls y elfos llegarán a codearse con Lugh Brazo Largo y con Odín, aunque sin perder de ojo el mundo real, el mundo de los hombres, corno se dice en la novela. Sólo por ello, por la riqueza de combinaciones e interpenetraciones de estos cuatro universos indicados y por el simple hecho de curiosear en ese curioso ejercicio de imaginación que representa, creo que bien vale la, pena leérsela.

Y aun podría añadirse otra razón más: porque tal y como su autor, Poul Anderson, uno de los más prolíficos —y más premiados— de la literatura fantástica, reconoce en el posfacio a esta edición, La espada rota constituye uno de los momentos más brillantes de su producción, que sólo sería continuado, en cierto modo, por Hrolf Kraki, lo que explica que ambos títulos se hayan escogido para la presente colección. Ello no quiere decir que ésta vaya a recoger obras inusuales ni raras por sí mismas, sino sólo aquellas que lo sean debido al interés que encierren y por estar bien escritas. Habría que puntualizar, por tanto, que La espada rota está escrita de tal manera que recrea formalmente las sagas escandinavas —hay mucho en ella de las Eddas y dé la Saga de Grettir, que narra la lucha del héroe islandés Grettir contra los trolls—, con poemas que se han intentado poner en métrica en la presente traducción y una notable densidad de prosa poética, cuajada de kenningar. Por otra parte, es de destacar en ella la meticulosidad de las descripciones de los combates y batallas —no en vano Anderson fue miembro de la Sociedad para el Anacronismo Creativo, una asociación de «guerreros» que diseñaban sus equipos y realizaban torneos incruentos, muy activa en los USA por la década de los años setenta— y la finura de los tipos psicológicos de sus protagonistas, sobre todo de los dos más importantes: Skafloc, el Ahijado de los Elfos, y Valgard Berserkr, su doble, sombra o imagen especular, ya que, realmente, es el «hijo cambiado» o changeling que los elfos le dejaron a su madre en la cuna al llevarse a Skafloc.

Comentaba antes la importancia que tienen los volúmenes de la colección Ultima Thule como modelos que han influido en obras posteriores. Pues bien, el lector verá que la espada Tyrfmg, rúnica y maldita, que empuña Skafloc y que da título a la novela, aun participando del arquetipo de «espada encantada que causa la muerte cada vez que resulta desenvainada» (D 1653.1.1.1 del Motif-índex of Folk-Literature de Stith Thomson), se encuentra en el origen

de la Stormbringer, o Atraetormentas, la espada de otro héroe de estos mundos de fantasía, Elric de Melniboné, creado por el británico Michael Moorcock.

y digo esto sin ánimo de vilipendiar a Moorcock ni a su Elric, a quienes dediqué un largo y elogioso estudio en Fan de Fantasía, la revista dirigida por José Luis González Lago (precisamente en su número 6, de junio de 1982), pues la idea de «multiverso», en la que se basa el entramado físico-teórico del discurso de Moorcock, ya había sido desarrollada por Poul Anderson —que es físico de formación— en otra obra anterior, que también transcurre en el reino de Faerie. Me refiero, ciertamente, a Three Hearts and Three Lions — que recrea, en clave que equidista entre la ciencia ficción y la fantasía, las aventuras de un célebre héroe medieval del ciclo carolingio, Ogier el Danés—, publicada por entregas en los números de septiembre y octubre de 1953 de la prestigiosa revista norteamericana The Magazine of Fantasy and Science Fiction, pocos meses antes de que apareciese la obra que nos ocupa, La espada rota, que en edición americana, The Broken Sword, fue editada en 1954 por Abelard Schuman.

¿A qué es debido que esta obra de Anderson haya pasado desapercibida? A la edición, al mismo tiempo que ella, de El Señor de los Anillos de Tolkien. En efecto, The Lord of the Rings aparece en Gran Bretaña en 1954, de suerte que frente a una temática similar, el profesor de Oxford eclipsa totalmente al recién titulado norteamericano. No deja de ser, por tanto, una broma del destino —¿quién sabe si no sería debido a un encantamiento de los trolls y de sus adictos?— que Tolkien, quien, precisamente, quería resucitar esa dimensión feérica que veía perdida, debido a una falta de coordinación con su «aliado» del otro lado del Atlántico, malograse sus encomiables esfuerzos.

 

***

 

Poul Anderson nació en Pennsylvania (USA) el 25 de noviembre de 1926, de padres daneses. Tras una estancia en Dinamarca, regresó a Estados Unidos, a Minnesota, acabando en 1948 la licenciatura en Físicas, profesión que no llegaría a ejercer, ya que su carrera de escritor había comenzado un año antes, en 1947, con el cuento Tomorrow Children, escrito en colaboración con F. N. Waldrop, que le es publicado en el número de marzo de la revista Aftounding Science Fiction. Desde entonces hasta el día de hoy, su bibliografía se compone de más de 410 entradas, con obras que van desde la ciencia ficción «dura» a la fantasía heroica, pa­sando por la fantasía histórica, la space opera, la ciencia ficción de aventuras y el relato policial. El número de galardones que ateso­ra, salvo error u omisión, es de dieciséis, entre ellos el Augusl Derleth de 1975 por la novela. Hrolf Kraki's Saga, que, como antes anunciábamos, aparecerá próximamente en esta colección.

Con una producción tan extensa, sería empeño vano querer re­sumir en unas escasas líneas lo más importante de la misma. Sin embargo, debe apuntarse que, si existe una clave común en la te­mática de Anderson, estaría formada por el sentido de iniciativa y el saber resistirse a la adversidad. Sus héroes son individualistas, vitales y, al mismo tiempo, melancólicos y románticos, con un punto de anarquismo. A pesar de ser físico deformación y de haber escrito ensayos sobre el trasfondo científico de buena parte de sus novelas, como el interesantísimo The Creation of Imaginary Worlds (1974), Anderson resulta ser un fino analista histórico, partidario de un medievalismo ideal, que nada tendría que envidiar al de un William Morris, y defensor de las civilizaciones arcaicas frente a las evolucionadas, lo que le hace introducir mitos y leyendas clásicos en buena parte de sus obras, como en Queen of Air and Darkness

(1971), donde unos extraterrestres suscitan en los invasores huma­nos los terrores ancestrales a espíritus y duendes, o en Goat Song

(1972), en donde el mito de Orfeo se entremezcla con el de una civi­lización gobernada por un ordenador: Orfeo muere, pero ocasiona la muerte de aquella civilización.

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